Dolor en los huesos después de los 50: ¿hay que preocuparse?
Con el paso de los años, muchas personas mayores de 50 comienzan a experimentar dolores articulares, rigidez, pérdida de movilidad o incluso fracturas inesperadas y estos signos deben ser atendidos a tiempo

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Aunque el desgaste óseo es parte de la vejez, las dolencias no deben normalizarse ni ignorarse, ya que son señales de que los huesos podrían estar debilitándose, y es crucial saber identificarlas.
De acuerdo con los expertos en medicina general, a partir de los 50 años el cuerpo experimenta una serie de cambios que afectan directamente a los huesos.
Uno de los principales es la pérdida de densidad ósea, un proceso natural llamado osteopenia que puede evolucionar a osteoporosis si no se trata adecuadamente.
Dicha enfermedad silenciosa caracterizada por la pérdida de masa en los huesos y el deterioro del tejido, aumenta el riesgo de fracturas, especialmente en la cadera, la columna vertebral y la muñeca.
Es más común en mujeres posmenopáusicas debido a la caída del estrógeno, que es la hormona que protege los huesos, sin embargo, los hombres también pueden desarrollarla.

¿Cómo saber si estás sufriendo de los huesos?
Aunque muchas veces el deterioro óseo no presenta síntomas evidentes, existen algunos indicios que podrían alertarte:
- Dolor persistente en la espalda, las caderas o las rodillas
- Fracturas por caídas leves o sin causa aparente
- Disminución de estatura con los años
- Postura encorvada
- Rigidez matutina o dificultad para levantarse
Ante estos signos, lo más recomendable es consultar a un médico, quien puede solicitar una densitometría ósea que es un examen que mide la densidad de los huesos y permite detectar precozmente la osteopenia o la osteoporosis.

Sobrellevar el desgaste
Si bien el envejecimiento es inevitable, el deterioro de los huesos se puede prevenir e incluso mejorar con hábitos saludables y atención médica.
Los médicos sugieren:
- Tener una alimentación rica en calcio y vitamina D que ayudan a fortalecer los huesos. Estos se encuentran en productos lácteos, verduras como la espinaca, frutos secos y pescados como sardinas o salmón.
- Mantenerse en movimiento. La actividad física como caminar, subir escaleras o hacer yoga, estimula la formación ósea y fortalece los músculos, reduciendo el riesgo de caídas.
- Tener controles médicos periódicos. A partir de los 50, los chequeos anuales deben incluir evaluación ósea, especialmente si hay antecedentes familiares o factores de riesgo.
Fuente: Medline Pluss, MSD Manuals,
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