Hablar de pantallas en un mundo que está rodeado de amplios dispositivos tecnológicos es retador, pero necesario
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La Academia Estadounidense de Pediatría desaconseja el uso de los medios audiovisuales en niños menores de 18 meses. Además, sugiere limitar e incluso reducir significativamente la exposición a pequeños de 2 a 5 años.
Pero ¿cuál es la razón y qué tan drástico puede ser?
Aunque las pantallas aportan entretenimiento y distracción momentánea, inciden en el neurodesarrollo, salud mental y proceso de pensamiento de los niños y adolescentes.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) realizó una investigación donde expuso que las pantallas afectan el sueño, la actividad física, desarrollo del habla e incluso la forma en la que los niños y jóvenes actúan y se relacionan.

El impacto neurológico
En la investigación, la AEP explicó que las afectaciones neurológicas suceden en dos etapas:
Menores de 6 años
En esta fase de explosión sináptica, el cerebro necesita estímulos ricos y multisensoriales. Por ende, el uso de pantallas se asocia con:
- Retraso en el lenguaje y psicomotor.
- Menor desarrollo cognitivo y coeficiente intelectual.
- Deterioro de la atención sostenida.
- Dificultad en la gestión emocional, ya que el niño no aprende a autorregularse y depende de un estímulo externo para calmarse.

Adolescencia
La AEP reveló que esta es una etapa de maduración de la corteza prefrontal. Por lo tanto, el cerebro es extremadamente vulnerable y los dispositivos tecnológicos interfieren creando:
- Menor volumen cerebral en áreas clave (temporal, parietal, frontal).
- Deterioro de la memoria de trabajo y aumento de la impulsividad debido a la multitarea digital.
- Hiperactivación del sistema límbico (recompensa inmediata), dificultando el control de impulsos.

Actuar a tiempo
Tanto la AEP como la Academia Estadounidense de Pediatría reconocen que la exposición eventualmente llegará. Sin embargo, es importante que los padres, representantes y familiares aprendan a cómo manejar y controlar la situación.
Evaluando el tiempo de exposición, programas, contenido y otra serie de criterios que pueden afectar a largo plazo a los niños y adolescentes.
“Las pantallas modelan negativamente el cerebro de los niños. Por ello es importante proteger la infancia y entender la responsabilidad que se tiene como sociedad”, expone la AEP.

Retomar los juegos, lecturas, tener charlas divertidas y realizar actividades al aire libre son parte de las amplias soluciones.
No obstante, los profesionales recuerdan que el ejemplo comienza por los adultos. Tomarse un descanso de los dispositivos también ayudará a que los más pequeños aprendan a dirigir su atención en otras actividades.
Fuente: Neurología Clínica Madrid, Mayo Clinic, Centro de Psicología Roble Verde






