Un gesto de apoyo y consuelo sincero, aunque sea pequeño, puede marcar una gran diferencia en el bienestar emocional de quienes nos rodean
Leer más: Adornos de Navidad que no debes usar en tus decoraciones
Cuando un ser querido atraviesa un momento de tristeza, surge la duda sobre cómo ofrecer apoyo de la manera más efectiva.
De acuerdo con investigaciones recientes en psicología, una de las formas más poderosas de acompañar a alguien es tan simple como iniciar una conversación genuina.

Consejos
Las palabras tienen un impacto profundo en las emociones humanas.
“Nuestro cerebro está en constante sintonía con la información que recibimos de los demás”, explica Razia Sahi, investigadora de la Universidad de California, Los Ángeles.
Por ello, la validación emocional se convierte en una herramienta esencial para consolar.
Frases como “entiendo por qué te sientes así” o “eso suena muy difícil” transmiten empatía y hacen que la persona se sienta comprendida y conectada.
En contraste, comentarios como “no deberías sentirte así” o “cálmate” suelen generar el efecto contrario.
Estudios demuestran que este tipo de respuestas invalidan los sentimientos y pueden intensificar la angustia.
Validar no significa alimentar la tristeza, sino reconocer que la emoción es real y legítima.
Además de validar, algunos contextos permiten ir más allá. Si la persona está abierta, ayudarla a diseñar estrategias puede brindarle una sensación de control y esperanza.
Un enfoque útil es el “distanciamiento temporal”, que consiste en recordar que, aunque la situación actual sea difícil, con el tiempo las cosas pueden mejorar.
Cada persona tiene necesidades distintas: algunas buscan simplemente ser escuchadas, mientras que otras esperan consejos prácticos. Lo importante es estar atentos a esas señales y actuar en consecuencia.

Expertos como Jamil Zaki, de la Universidad de Stanford, recuerdan que no se trata de decir lo perfecto, sino de estar presentes.
Un gesto de apoyo sincero, aunque sea pequeño, puede marcar una gran diferencia en el bienestar emocional de quienes nos rodean.
Fuente: La Nación