El bótox sigue reinando como uno de los tratamientos estéticos no invasivos más solicitados en todo el mundo.
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Conocido científicamente como toxina botulínica, es un producto utilizado ampliamente por celebridades, figuras públicas y creadores de contenido dentro y fuera de Estados Unidos.
Por ser un proceso no quirúrgico con efectos inmediatos, el bótox se ha convertido en el tratamiento estético más demandado a nivel mundial.
Recientemente, la plataforma de reservas de belleza y bienestar Fresha, comparó las tendencias de búsqueda en Google sobre tratamientos estéticos más solicitados.
En su investigación, encontraron que el bótox es uno de los más buscados en Estados Unidos, Reino Unidos, Emiratos Árabes y Australia.
Según análisis de Fresha, la toxina botulínica encabeza las búsquedas globales con más de 3 millones al mes solo en EE. UU.

¿Por qué es tan famoso?
El bótox ofrece lo que millones de personas buscan: resultados visibles sin pasar por el quirófano.
En tan solo unos minutos y con mínimas molestias, el tratamiento relaja los músculos faciales responsables de las arrugas de expresión. Es eficaz en rellenar zonas como la frente, el entrecejo o las conocidas patas de gallo.
Los efectos comienzan a notarse entre 3 y 7 días después de la aplicación, y el rostro luce más descansado, suave y rejuvenecido, sin perder la naturalidad.
Muchas personas se inclinan por este tratamiento debido a que suaviza las facciones y no las inmoviliza. Es decir, es un proceso que respeta la naturalidad del rostro y sus expresiones, aun cuando rellena las arrugas.

Precaución
Los profesionales sugieren a las personas someterse al procedimiento siempre y cuando lo aplique un dermatólogo o cirujano plástico.
De lo contrario, el bótox mal inyectado podría generar asimetrías faciales, caída de párpados y cejas o resultados dolorosos.
Aunque el bótox es seguro, hay versiones ilegales o diluidas que se venden sin control médico. Por lo que es necesario tener en cuenta que los envases deben tener etiquetados originales y ser abiertos por el especialista frente al paciente.

En cuanto a las dosis, la toxina botilínica debe ser aplicado en la justa medida y sin exceso ya que el paciente corre el riesgo de tener expresiones sin movimiento natural. También podría sufrir dificultad para hablar o sonreír.
Fuente: Nota especial






